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Cuando compraste tu instrumento no te dijeron que se iba a desajustar, o que tenías que hacer tareas para mantenerlo en perfecto estado, que tendrías que cambiar componentes y que con el uso iba a empezar a hacer ruidos molestos.
Normalmente al comprarlo se omite y te hace pensar que el instrumento durará para siempre sin meterle más dinero que el de la compra.
Entiendo la satisfacción y alegría que te aporta tocar tu instrumento, cuando todo funciona tal y como esperas y deseas. El instrumento se convierte en una parte más de ti. Lo necesitas casi como respirar.
Puedes pensar en tu próximo concierto, gira o simplemente en tu clase, pero si tu instrumento no está fino y no sabes porqué ni como solucionarlo, ese momento de felicidad se puede convertir en pesadilla.
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